domingo, 19 de noviembre de 2006

COCINA Y VIDA... VIDA Y COCINA...

Hoy cocino.
Repaso la lista de ingredientes, veo lo que tengo en casa, y parto al "super" a buscar lo que falta.
Luego despliego todos los elementos sobre la mesada central de mi cocina.
La "mis en place" me emociona.
Todo allí, esperando para ser mezclado, procesado, combinado, aromatizado, llevado al punto justo de cocción. Poesía pura. Métrica alimenticia armoniosamente distribuida, diluida, espesada, saborizada, elevada para generar los perfumes más agradables, las consistencias más sublimes, los gustos más sutiles.
Amo la cocina.
La mamé desde muy chico, cuando observaba horas y horas a mi madre y a Rosita desplegar este maravilloso arte con inagotable talento.
Eran dos genios pintando sabores.
Eran dos genios derrochando especias y olores que perfumaban toda la casa con aroma a vida.
Mi madre no me dio consejos.
Mi madre no me dijo cómo actuar en la vida.
Mi madre no tiene ni tuvo nunca facilidad de palabras.
Pero se expresó cocinando.
Me educó mostrándome que no es lo mismo juntar cualquier cosa, porque sale cualquier cosa.
Me enseñó que la calidad de lo que damos depende de la calidad de lo que ponemos en nuestro trabajo, en nuestro arte.
Me enseñó también que el talento es importante, pero mucho más lo son las ansias por aprender, por conocer, por experimentar, por probar las cosas antes de ofrecerlas.
Mi madre me hizo respetar a quien sirvo, porque primero me enseñó a respetarme a mi mismo a través de la autoestima que genera simplemente cocinar algo rico para compartir con los demás.
Mi madre me enseñó que lo que se hace con amor sabe bien.
Mi madre me enseñó que la estética es importante. Que las formas tienen un sentido.
Mi madre me enseñó que hay técnicas, que hay gente que vale mucho, y que puede transmitirnos lo que sabe. Mi madre me enseñó a ser humilde y a aprender de otros.
Mi madre me enseñó que las tradiciones tienen sentido, que debemos respetar las distintas culturas. Que un plato criollo es tan excelso como uno francés. Que hay recetas históricas que tienen el valor de trascender todas las épocas (más allá de que la moda las imponga hoy en platos más pequeños y con geometrías minimalistas).
Mi madre me enseñó la diversidad y la tolerancia. Porque no hay una cocina mejor que otra. Hay quienes saben y disfrutan cocinar.
Mi madre me enseñó el progreso y la innovación. Porque para fusionar culturas en un plato no necesitamos de ninguna burocracia multilateral de naciones...

Mi madre me enseñó a cocinar con el ejemplo, y a disfrutar el arte de la cocina.
Mi madre no tiene facilidad de palabras, nunca me habló de la vida.
Mi madre no sabe que todo lo que aprendí de la vida, me lo enseñó ella.

GTA

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