domingo, 9 de diciembre de 2007

SOS...

Y ahora que mi alma acariciada
Me dicta las palabras más sentidas
Te siento Vicky en mis heridas
Marcadas por tu ausencia prolongada

Mi cuerpo no resiste este vacío
De saber que estás y no presente
Me tiemblan las manos de repente
Y verte descubierta me da frío

No dejes mi princesa de sentirlo
No olvides que te amo eternamente
No creas que este amor impertinente
no lucha ni puja por decirlo

Sos luna, carne y todos mis sentidos
Ticket sin retorno, solo de ida
Sal que da sensual gusto a mi vida
fiesta pantagruélica… mi libido!!
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Nota: Para Vicky (la sal de mi vida!!).

Y JAMAS LO SABRAS

Pasarás por mi vida sin saber que pasaste
Pasarás en silencio y por mi amor al pasar
Fingiré una sonrisa como el dulce contraste
Del dolor de quererte y jamás lo sabrás

Soñaré el nacer virginal de tu frente,
Soñaré con tus ojos esmeraldas de mar,
Soñare con tus labios desesperadamente,
Soñaré con tus besos y jamás lo sabrás.

Quizás pases con ella y te diga al oído
esas frases que nadie como yo te dirá
Ahogaré para siempre mi amor inadvertido
Te querré más que nunca y jamás lo sabrás

Te amaré como algo inconcebible,
Como un sueño que nunca llegaré a realizar
Y el lejano perfume de un amor imposible
rozará tus cabellos y jamás lo sabrás

Y si al mirarme ves que sobre mi mejilla corre una lagrima
No me preguntes que me pasa,
Por que te diré que fue el viento..
…y jamás lo sabrás.
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Nota: Escrito por Vicky para GTA...GRACIAS SOL!!!!

domingo, 4 de noviembre de 2007

LA VIDA ES JUEGO

¿Hay algo más emocionante que ver a los más chicos jugando llenos de alegría?

Todavía hoy disfruto como un niño cada vez que recuerdo a Bauti, el hermano de Lucila, electrizándose -a los dos años- simplemente viendo dibujos animados en el living de mi casa. También, cuando a la misma edad, cada vez que iba a buscar a mi hija a la casa de su mamá, Bauti bajaba con Lucila se trepaba a mi falda dentro del auto, tomaba el volante y comenzaba a moverlo excitado de alegría de un lado a otro como si verdaderamente condujera a 300 km por hora. La emoción lo superaba y lleno de adrenalina exhalaba un cosquilloso “uuuhhhh”!!.

¡Cuánta felicidad por Dios! ¡Cuánta alegría! ¡Cuánta riqueza sin nada!.

¡Cuánto disfrute en este juego iniciático de la vida que estúpidamente algunos nos quieren hacer creer que -al crecer- inevitablemente se pierde.

La vida es un juego maravilloso y permanente en el que todos los que juegan ganan.

No tengo dudas de que los perdedores son aquellos que no entienden que desde lo lúdico podemos sobrellevar mejor las situaciones dramáticas.

Justamente, son los resentidos, los buscadores permanentes de poder, los “serios”, quienes nos hacen perder nuestra niñez y olvidar este profundo sentido de la vida.

La seriedad se combate con adrenalina y humor. Jugando. La adversidad y el dolor también.

Como lo hizo mi amigo Alejandro Kuropatwa: un niño grande.
Un grande que nunca dejó de ser niño y supo que lo mejor que podía hacer para enfrentar su enfermedad era aferrarse a su libreto: el del juego permanente, el de la alegría constante.

No lo duden: voy a seguir jugando en este mundo de adultos embrutecidos por tanta seriedad.

Ya nadie podrá robarme la diversión de niño.

Cuando se descubre el sentido lúdico de la vida no hay vuelta atrás. La vida se nos hace más fácil y nadie puede quitarnos los juegos.

En este juego señores…. señores "grandes", el no-juego lo proponen aquellos que hacen del dolor, el sometimiento y la lucha por el poder, su medio de vida.

Dios nos libre y nos guarde de semejante "madurez".

sábado, 3 de noviembre de 2007

EL DESAFIO DESPUES DE LOS CUARENTA

Queridos amigos:

No estoy dispuesto a intercambios apresurados, a gestiones espontáneas, ni a ceder un ápice.

No quiero que vengan los inoportunos de siempre con soluciones estrictas, caminos premarcados, rutas transitadas, amores dictados, y dictados de escuela.

No quiero soportar los empujones de los ansiosos de siempre que quieren meternos a todos dentro de la misma bolsa.

Que no vengan por favor tampoco los jóvenes sabios y talentosos con verdades científicas. No las necesitamos: Las verdades del corazón son para nosotros las que mas valen.
Einstein no era un joven cuando puso en duda las verdades absolutas, y nos sentimos bien reconociendo que personas como él son hoy fuente de nuestra inspiración.

En este mundo de MSN, Internet y Blackberries, soy parte de un grupo de cuarentones que lucha con dignidad para demostrar que la paz, la serenidad, el amor, la pasión son necesarios para asegurar que estas maravillosas herramientas tecnológicas hagan foco donde deben.

Nuestros hijos nacen rodeados de instrumentos eficaces pero vacíos, y somos nosotros, los padres de estos adolescentes, quienes debemos cargarlos con sentido común y esperanza, y con aquellos valores que hemos acuñado en nuestra niñez cuando los relojes tenían tiempo y giraban más despacio.

Me siento orgulloso de ser parte de este grupo generacional.
Me siento feliz cuando comparto historias de vida con mis “coetáneos”. Me hincho de placer de ver a mis pares luchando de igual a igual conmigo por las mismas cosas.

Tenemos la suerte, en este mundo actual, de que nos haya quedado la obligación de poner la sal de la vida… a la vida misma.

Por eso disfrutamos de una buena comida y de un buen vino. No por "snobs", no por “gourmets” (más allá de que juguemos con estas palabras) sino porque son símbolos que concentran sabores que no pueden perderse, que reflejan tiempos necesarios de preparación, momentos oportunos de brindis y celebración, de festejos por el esfuerzo realizado, y de esperanza frente a una realidad que ha mostrado a nuestros hijos como dos torres imponentes en medio de la capital del mundo pueden derribarse en un ataque terrorista, dejándonos la carga de explicar lo inexplicable.

Mis queridos “compañeros de años”: tenemos un desafío enorme que nunca imaginamos.
Desconocíamos hasta dónde iban a llegar los desarrollos tecnológicos, hacia donde nos iban a empujar, en qué medida nos iban a comprometer.

Pues bien, ahora lo sabemos: somos los alquimistas de estos tiempos.

Nuestros hijos nos miran y nos piden que los guiemos más que nunca. Nos demandan amor y coraje. Reclaman a gritos que llenemos de humanismo sus Ipods, sus DVDs., sus notebooks, sus instrumentos digitales, sus memorias y sus pendrives.
Nos exigen que despleguemos -con toda nuestra fuerza- lo que aprendimos de chicos jugando a las figuritas, a la escondida, a la rayuela, al poliladron, a la payana, al fútbol con una media rellena de papeles y trapos en el patio del colegio.
Nos piden -sin saberlo- que le transmitamos los valores que surgieron de largas noches de estudio a puro mate, café y fasos, cuando nos preparábamos para aprobar un examen más en la facultad de la vida.

Quieren, en fin, que el sano espíritu de aquellos mediodías de familias extendidas, seguidos de larguísimas siestas que combinaban el silencio de los que dormían con los gritos del fútbol y las matinés del domingo, les llegue de algún modo.

No podemos entonces desaprovechar tanta capacidad de memoria instalada dejándolos vacíos.

No podemos abandonarlos en medio de esta realidad virtual de juegos electrónicos, de consumo ilimitado, de countries y barrios de corazones cerrados, sin dejar de enseñarles que es mirando sus propias almas, como podrán después encontrar almas gemelas.

No podemos finalmente, cercados por los realities, desconocer el derecho que tienen a gestar su personalidad, a desarrollar su propia inteligencia emocional y social, en un momento en que pareciera que el Wi-Fi irrumpió en nuestras vidas para hacer mucho más vulnerable nuestra privacidad.

Queridos amigos “de más de 40”:
Pequeño desafío el que nos ha tocado…

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sábado, 29 de septiembre de 2007

MATCHPOINT

Pasaron varios años y el recuerdo de ella era amargo, aunque sin rencor.
El de él, en cambio, era distinto: recordaba que en aquel momento jamás habría podido responderle; y que él mismo, entonces, estaba necesitando también respuestas.

La brecha que se produjo fue inevitable: ella había esperado de él lo que el no podía darle; y el no pudo o no supo transmitirle a ella lo que en verdad le pasaba.

Y así, sobre ambos cayó la condena del sufrimiento.

Pero se atraían; claro que se atraían.
Y algo los unió desde un principio.
…………………………………

Pasaron varios años y aquel momento se había esfumado en la memoria de cada uno; no así el encuentro que se mantuvo trunco, indefinido, latente, sin final, o mejor dicho, con un final abierto…
………………………………

Pasaron varios años y una noche -no por casualidad sino por destino-, el fue a un cumpleaños de una desconocida en un lugar de Palermo, también desconocido para él. Llegó, se sentó, miró a su alrededor y se preguntó “¿qué hago acá?”, “¿a qué vine?”.
En la oscuridad del lugar las luces de colores delineaban contornos de personas que se movían como maniquíes con motor.
Incómodo, decidió irse cuando de pronto descubrió su rostro. Esos ojos lo envolvieron por completo y lo transportaron…

...Como en una película las imágenes de su vida retrocedieron a toda velocidad hasta el momento en que la bomba había estallado. Ese mismo rostro, pero aquella vez lastimado y golpeado, fue la última imagen de aquel lejano incidente que sus pupilas habían reflejado. El se había quedado mirándola atónito, con impotencia, mientras intentaba curar sus propias heridas y sujetar con fuerza a su hija. Cuando despertó en el hospital ya nada recordaba...
………………………………..

Habían pasado varios años y aquella noche, el y ella descubrieron que se debían un encuentro.
Porque en la vida las cosas ocurren de forma inesperada, pero está en uno aprovecharlas para que lo esperado fatalmente ocurra.
Porque ahora no habían ruidos, ni gritos, ni intereses corporativos, ni crisis, ni bombas.
Y porque finalmente ellos –no el destino- quisieron que lo latente deje de serlo, lo potencial se convierta en acto, lo indefinido se defina y el final abierto se cierre.

Septiembre 15, 2007.
(Escrito en el vuelo de Lufthansa de Bs As a Frankfurt)

lunes, 18 de junio de 2007

CANCION DE CUNA PARA LUCILA

Duerme Lucila duerme
que papá cuida de vos;
duerme mi vida duerme
duerme por mi por favor.

Mi reina, mi sol, mi luz,
mi flor, mi vida y mi canto,
mi risa, mi fe, mi llanto,
mi sueño triste y mi cruz.

Mi ternura, voz y alma,
mi luna llena, mi sal,
mi sueño, mi paz, mi calma,
mi "pecu-pecu", mi pan.

Duerme Lucila duerme
que papá cuida de vos;
duerme mi vida duerme
duerme por mi por favor.

domingo, 15 de abril de 2007

Discurso de Steve Jobs en la Universidad de Stanford (subtitulos en español)

Discurso de Steve Jobs en la Universidad de Stanford durante la apertura del curso.

domingo, 8 de abril de 2007

EL BESO QUE NO NOS DIMOS

Aquella noche fue sin duda la mejor de mi vida.

Me enamoré como un chico de 20, pero con la madurez de un adulto.

Sentí cosquillas en mi cuerpo y brillaron mis ojos todo el tiempo que ella estuvo a mi lado.

Mi corazòn latiò mas que nunca. Y aùn hoy siento que me tiembla el cuerpo por haber tocado sus manos....

El beso que no nos dimos...fue el mas bello que jamás he dado!!

domingo, 1 de abril de 2007

¿QUE SI TE AMO Y VOS ME AMAS?

Y si mis ganas de verte siguen creciendo?

Y si vos no podés olvidarme?

Y si las cosquillas en la panza a ninguno de los dos le desaparecen?

Y si te digo que me muero por acariciar tus manos?

Y si te digo que me derrito cuando me imagino abrazándote?

Y si estoy todo el tiempo inevitablemente presente en cada cosa que hacés?

Y si te acordás de mis ojos y se nublan los tuyos con lágrimas mías?

Y si te digo que cada vez que pienso en vos te extraño pero igual soy feliz por el simple hecho de saber que existís?

Y si te digo que TE AMO?
Y si te digo que te AMO la alegrìa que te da?
Y si me decís que ME AMAS?
Y si me decís que me AMAS la alegría que me das?


Y si no podemos controlar los latidos de nuestros corazones cada vez que uno piensa en el otro?

Y si te juro por todo lo que quieras del mundo que nunca sentì nada igual?

Y si te digo nuevamente que TE AMO y necesito repetirlo hasta el cansancio sin cansarme jamás?

Y si el destino nos pone nuevamente frente a frente?

Y si Dios quiere que estemos juntos más allá de todo y de todos?

Y si el sol empieza a iluminar sólo por nosotros?

Y si te despertás todas las mañanas pensando en mí?

Y si cuando respirás el perfume de mi piel te penetra y se funde con el tuyo?

Y si la luna sale, nos mira, y luego refleja en la Tierra nuestra felicidad?

Y si los rìos corren claros, puros y sin contaminarse sólo porque estamos juntos?

Y si desaparecen los tsunamis, las desgracias y las catástrofes como respuesta a nuestro amor?

Y si el Mercosur se convierte en una sola nación unida por nosotros dos?

¿Què si el poder se hace noble, sano y bienintencionado?
¿Qué si desaparece la corrupción?
¿Qué si los pobres dejan de ser pobres sólo porque nos amamos?
¿Qué si los robos y los delitos desaparecen?
¿Qué si la vida fluye armoniosa y en paz por nuestro encuentro?
¿Qué si los poderosos se debilitan y los débiles se jerarquizan?
¿Qué si los sentimientos prevalecen? Qué si la razón también?
¿Qué si te animás a que tu corazón marque tu rumbo?
Y..¿qué si te lleva hacia mí?....

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.... Si todo eso ocurriera,
tendríamos la evidencia más contundente de nuestro amor.

... Si nada de eso ocurriera,
tendríamos la evidencia más contundente de nuestro amor por el simple hecho de haberlo soñado.

Te AMO.
Me AMAS.
Nos AMAMOS.
No podemos evitarlo.

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domingo, 25 de marzo de 2007

MI AMOR A WOODY ALLEN

Cuando Lucila se mudó a "casa de papá" tenía apenas 11 años.
No fue fácil para ella hacer aquel cambio. No porque no deseara estar conmigo (ya entonces era muy claro que nuestro amor estaba sellado para siempre), sino porque le era muy doloroso alejarse de su madre.

Lo cierto es que mi “cosita tierna”, mi “dulce de leche”, mi “cuni-cuni”, mi “apucheku”, mi “todas-esas-cosas-lindas-que-aún-con-15-años-le-sigo-diciendo”, venía a vivir conmigo, aunque por protecciòn acordamos decirle en aquel momento que era solamente hasta que “mamá se organizara mejor”.

Así fue como mi “piojita” se trajo todas las cosas a “casa de papá”, que por cierto siempre estuvo bien preparada para su permanente presencia, por lo que desde el punto de vista personal no había que hacer ningún cambio particular en mi organización doméstica.... Bueno, al menos eso es lo que inicialmente creí....

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Recuerdo perfectamente nuestro diálogo aquel día (habìamos terminado de acomodar su ropa en el placard, de poner libros y juguetes en distintos estantes y de guardar las valijas):
-¿Listo mi amor? ¿Terminamos no?
-No papá falta algo... -dijo Lucila con mucha tristeza e incomodidad.
-Pero solcito, si no quedó nada en las valijas ... y creo que habías puesto todo, no?
-Todo no papá..... Falta.... ehh eh... falta.... Woody....
-contestó con timidez.

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Lucila sabía que yo no quería animales en mi departamento.
Por eso estoy seguro de que había elegido jugar esa carta al final de su mudanza. Mostrarla en la primera mano hubiera podido “asustar a papá”, lo que le hubiese generado una gran culpa toda vez que me había visto completamente dedicado a ayudarla a superar la situación dolorosa que atravesaba.
Pero el amor es siempre mas fuerte. Y Woody, realmente faltaba.

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-No Lucila! Sabès que yo no quiero vivir con perrros! Ensucian la casa y hay que cuidarlos..!
-Papá! No es un perro! Es Woody!
–me contestó con firmeza y con una convicción tal que antes de responder necesité volver a recordar cómo era Woody para certificar desde mis recuerdos que efectivamente estábamos hablando de un perro....
-Lucilaaaahh.... Woody es un perro! -repliqué.
-Un perro es un perro y Woody es Woody!! –me respondiò enojada- Y ademàs es mi hermano! .Y completó llorando: “Si no viene Woody, yo me vuelvo a casa de mamá!!.. Lo amo! lo extraño! No puedo vivir sin él! Y él me ama y va a estar triste sin mi..!!”

Desde luego que tuve que ceder.
Solo alcancè a negociar una semana para organizarme, lo cual no fue un mal arreglo considerando que Lucila estaba en una posiciòn tan intransigente como la de Tabaré con las papeleras.

-Yo lo voy a cuidar -aclaró, esta vez con menos convicciòn.

De todos modos, yo sabìa cómo iba a ser esto, así que rápidamente me puse a planificar mi nueva vida. Contacté a la madre de Lucila quien me dijo que una guardería para perros era una soluciòn para cuando yo viajara. Hablé con Julita, la señora que trabaja en casa, una persona tan buena y tan noble que sabía que me daría una mano: Julita se comprometiò a pasearlo dos veces por dìa para que hiciera sus necesidades. Arreglè con Lucila que el lugar de Woody serìa el lavadero y que mi cuarto era ZONA PROHIBIDA y los centinelas harìan fuego contra Woody si intentaba intrometerse en èl, y le aclarè que no ponìa alambre de púa electrificado en el contorno de la puerta porque era peligroso para nosotros: “No quiero olor a perro en mi cuarto...” reafirmè. “¿Està claro?” . Lucila volvió a insistir: “No es olor a perro, es olor a Woody, mi bebè!!! Mi hermanoooo!!!"

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Una semana mas tarde había llegado el momento esperado (...esperado por Lucila) .
Recuerdo ese día como nunca.
Woody es un cocker spaniel dorado. Su nombre completo es Woody... Woody Allen, en homenaje al famoso actor-director norteamericano. Su pelo brilla como cobre recièn lustrado y su mirada es la cosa mas tierna del mundo.

Cuando llegò, entró como una tromba por la puerta de servicio directo al cuarto de Lucila desde donde le llegaban los olores más familiares. Lucila lo abrazò con un amor incomensurable mientras le decìa “mi bebé” y Woody no podía ser más feliz. Movìa desesperadamente lo poco que le quedaba de su rabo. Ese perro -con perdón de Lucila- se retorcìa de tanta felicidad que parecía que en cualquier momento su cuarto trasero completarìa un giro de 360º.

-¡Woooooody! ¡Ese es papaaaaaaaaaá....!, dijo Lucila rebozante de alegrìa presentándome a su hermano menor... es decir, mi nuevo e inesperado hijo.

Woody se sentò mirándome fijo, estudiándome, como esperando una caricia, un gesto, algo... Me dí cuenta que quería conquistarme y que sabía muy bien que yo era la persona más importante en esa casa para la persona más importante para èl. Esa actitud espontánea, inteligente y sentimental me desacomodó por un momento. Sin embargo, pude mantener con esfuerzo mi línea. Me parè en la puerta de mi cuarto, le clavè una mirada, y lo recibí con la siguiente advertencia: “Woody!! Acà NO! NO!!. Entendiste? Este es mi cuarto. Acà NOOOO!!!!” Y Woody respondiò saltando con alegrìa sobre mi, mientras yo incòmodo intentaba sacàrmelo de encima. Lucila estalló en risas mientras observaba la escena con total alegrìa. Avizoraba –sin duda-una relaciòn inminente de amor bajo la coraza que yo intentaba interponer.

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El primer dìa que regresè del trabajo, con Woody en casa, fue traumático.

Lucila no estaba. Y cuando ingresé al departamento ví en el suelo pedacitos de cartòn o algo que parecìa carne masticada o cuero...

Ante mi cara de espanto, Woody, que habìa asomado su cabeza de forma inclinada balanceando sus doradas y enormes orejas para verme, decidiò meterse en su refugio y huir sin hacer ruido de un modo sospechosamente culposo.

Los pedacitos de cuero masticado me iban conduciendo a mi cuarto... Esto por cierto habìa empezado a inquietarme. Cuando llegué a la puerta de mi habitaciòn, vi lo que habìa sucedido: el muy desgraciado habìa tomado un par de zapatos nuevos mìos y los había masticado hasta despedezarlos ...

Lo querìa matar!! Lo llamè y vino compungido, con cara de pedir perdón, sabiendo que habìa hecho algo malo, pero al mismo tiempo (puedo decir hoy) reivindicando su acciòn como un llamado de atenciòn a mí... Recordando lo que mi hija me habìa dicho (“Papá, prometeme que si alguna vez te enojás con Woody no le vas a pegar ni tirar nada duro, si?, usá un diario pero despacito... por favor!!!) cumplí con ella (sólo respecto a lo de usar un diario) y descarguè mi furia y bronca hecha gritos a “Clarinazos” sobre la perrunidad de Woody.

Woody disparó a su cucha en el lavadero, yo lo seguí y continué mi tarea por unos cuantos minutos mas, gritándole y mostrándole mis desgarrados zapatos. Cuando vi que el pobre ya no podìa enrrollarse ni achicarse mas, decidì que ya era suficiente y retornè a buscar los pedazos restantes de zapatos para tirar todo a la basura.

Al rato llegò Lucila, que -por supuesto- al contemplar la escena y conocer lo que habìa pasado fue directamente a abrazar a Woody.
-Mi bebeeé! Qué pasó? Ya vas a aprender. Papá se enojó pero es bueno y te va a querer. Papá! Perdonalo, es porque no sabe todavìa como manejarse con vos, pero el te quiere. Pobrecito... no vayas mas al cuarto de papá...-terminó aconsejando Lucila a su” hermano”.

En una palabra, estaba claro que la bestia ignorante que no habìa interpretado el mensaje de Woody era yo.

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Lo cierto es que después de aquel episodio, Woody nunca mas se metiò en mi cuarto.

Con una disciplina absoluta, de a poco fue soltàndose conmigo cada vez más, y con su inteligencia -que segùn Lucila era superior a la mìa- me fue domesticando.

Yo, sin darme cuenta, empecè a caer rendido ante su estrategia: la coraza que me habìa puesto habìa comenzado a deteriorarse e iba cayendo de a poco.

Woody me recibìa al llegar del trabajo con una alegrìa que nunca pudieron transmitirme mis mejores parejas, y mientras yo me sacaba la ropa de trabajo y dejaba el maletín en un sillòn, él saltaba a mi paso en derredor mio hasta que yo ingresaba a mi cuarto: allì el santo clavaba los frenos y desde el límite exacto de la puerta abierta me miraba con ternura y amor mientras yo terminaba de desvestirme.

Esos ojos nublados de làgrimas, esa carita expresiva que giraba levemente haciendo que sus orejas bellisimas colgaran pesadamente, fueron conquistándome poco a poco..

En los primeros `dìas atiné a decirle: “Bien Woody, asi me gusta, que entiendas los limites, que no se entra a mi cuarto, ahora vaya a su cucha y déjese de joder.” Y del cuarto de Lucila se escuchaba: “Papaaaaá! Maaalo! No te das cuentas que quiere mimos!!
-Dáselos vos que es tu perro! -le decía siempre yo . “No lo toco porque me lleno de olor!
-Papaaá! –se quejaba Lucila, mientras procedìa con sus mimos a llenar el vacío que yo le dejaba al obediente animal.

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Pero mis diálogos con Woody iban evolucionando.

Su fidelidad, su comprensiòn, su lealtad, su inteligencia y su gran comportamiento, terminaron por derribar cada una de mis defensas:

-Bien Woody! Asi me gusta bebé ...
Cuando le dije “bebé”, Woody casi traspasó la frontera sagrada que divide el hall y mi cuarto por la incontenible alegrìa que le provocò mi caricia verbal. Sólo mi mirada inquisidora lo mantuvo a raya a pesar del envión de su cuerpo, y en reconocimiento a su actidud salí al hall a hacerle unos mimos.

Lucila, desde su cuarto, disfrutaba como nunca ese momento. Se reía a carcajadas y me decìa: “Reconocè que lo querés papá!! Reconocelo y decìselo!!”. Asì lo hice y desde ese momento mi amor a Woody quedó sellado para siempre y fui más feliz.

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Desde entonces mis llegadas del trabajo eran una fiesta: ”¡Woooody, bebeeeé, bonitoooo!”. Mimos ,cuerpo retorcièndose, saltos, corridas que siempre terminaban con su ya clásica frenada clavando sus pezuñas en la alformbra justo en la frontera del hall y mi cuarto, para observar, desde allì, còmo me cambiaba y recibir luego su merecida segunda sesiòn de mimos.

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....Cada tanto la mirada de Woody, melancólica, tierna, profunda y cariñosa se me aparece fantasmagórica en forma recurrente y en cualquier parte.

Lo extraño y sufro.

Lo extraño y fui yo mismo quien pidió que se lo lleven.

Imagino también que el está sufriendo tanto como yo. Y que no entiende lo que pasó y que jamás lo entendería porque es demasiado noble e inteligente como para comprender tanta brutalidad. Y eso es mucho para mí. Me hace muy mal...

Jamás en mi vida se me había ocurrido que el amor por un perro podía ser tan fuerte.

Amo a Woody y sé que él me ama, por eso no puede entenderse tanta irracionalidad de mi parte. Pero “soy humano, demasiado humano” -parafraseando a Nietzche- y creo que mucho tenemos que envidiar a la bondad de los “Woodyies” que andan por el mundo (permítanme que no generalice con el genérico “perros” -mi hija tiene razón-).

Esta vida humana, tan maravillosa en muchos aspectos, tiene costados inadmisibles, brutales: el stress que tenìa corriendo detrás del trabajo, del colegio de mi hija, de los mèdicos, los viajes laborales, y otras obligaciones, justificaron en algùn punto mi decisiòn mutilante, desgarradora de entregarlo a una buena familia que pudiera ocuparse de él. Esta es la razón humana, no perruna, de semejante decisiòn. Una “animalada” por cierto.

Intento algo de consuelo esforzándome en creer que no estuve mal. Sin embargo, como si me resistiera internamente a su ausencia, postergo en forma permanente la pintura de las dos puertas de la cocina que Woody rasqueteó y despintò cuando pedìa que le abrieran. Guardo además su shampoo y algunos elementos de la malcrianza que le dì en los ùltimos tiempos que estuvo con nosotros. En mi casa de fin de semana, tengo aùn alimento para perros y su cucha permanece vacìa debajo de la pileta del lavadero, su lugar, esperándolo....

Cuando veo estas cosas, suelo hablar sólo para mì y decir en voz alta y con emoción: “¡Mi bebé, bebeeé, bebitooo!!”. La vez que Lucila me escuchó, lloramos juntos sin consuelo echándonos la culpa mutuamente.

“¡Mi bebeeè!”... Muchas veces tengo la ilusiòn de que tal vez ese mimo lanzado al aire acaricie su alma. A veces sueño con ir a buscarlo, pero no me animo.

Su carita con sus ojos me miran permanentemente aunque no estè. Sus orejas caìdas, su reclamo de amor golpea mi corazón dejando una herida que sé que jamás voy a cerrar.

¿Cuál es el motivo de esta estúpida racionalidad humana?!!

No tengo respuesta alguna para mí ni para mi hija más que el dolor...


GTA
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NOTA: Sé que el talentoso actor y director de cine norteamericano Woody Allen debería sentirse muy agradecido por llevar el mismo nombre de mi Woody.

sábado, 24 de marzo de 2007

SORTE GRANDE

"A minha sorte grande,
Foi você cair do céu,
Minha paixão verdadeira.
Viver a emoção,
Ganhar seu coração,
Pra ser feliz a vida inteira...

É lindo o teu sorriso,
O brilho dos teus olhos,
Meu anjo querubim.
Doce dos meus beijos,
Calor dos meus braços,
Perfume de jasmim...

Chegou no meu espaço,
Mandando no pedaço,
O amor que não é brincadeira.

Pegou me deu um laço,
Dançou bem no compasso,
Que prazer levantou poeira.
Poeiraaaaaa...
Poeiraaaaaa...
Poeiraaaaaa...
Levantou poeira!
Poeiraaaaaa...
Poeiraaaaaa...
Poeiraaaaaa...
Levantou poeira!"

Ivete Sangalo

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Dulzura y ternura,
¡copo de algodòn!
Cordura y locura,
de mi corazón!

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Ver brillar mis ojos
en el brillo de los tuyos,
Sentir que la vida empieza con vos.
Bailar brasilero en tango argentino
Cantar con Ivete aquella canciòn.

Tus manos, mis manos,
tu cara y la mìa
Tu vino, mi vino,
y una noche de alcohol
Liberar apenas un dolor escondido
Hasta llegar tibiamente donde esta el amor.
Recorrer tus mejillas con lágrimas mías
Sentir en mis ojos tu mismo dolor.

Bariloche derrite con sol brasilero
nieves blancas tristes de alcohol
Me hice paulista desde que nos vimos,
Y canto los tangos en portuñol.
Brasil y Argentina
están mucho mas cerca,
Los une un gran puente...
un puente.. de amor!

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("Poeira", tu paso por mi vida "levantou poeira”)
.

domingo, 18 de marzo de 2007

EL QUE QUIERE CELESTE...

El que quiere Celeste que le cueste.
Y este es el precio que tuve que pagar...
...por Celeste.

Primero me censuraron. Me callaron.
Me bajaron del estrado donde mis fieles acudieron a escuchar mis sabias palabras.

Me obligaron a claudicar.
Políticamente me cercaron.
Socialmente me rodearon.
Y me insuflaron superioridad europea hecha empresa.

Fue un dìa desgraciado para mi libertad.
Fue una derrota estremecedora para mi alma: los poderosos pudieron con mi poder.

Sentì que nunca antes había perdido en mi vida y siento que inconscientemente quise hacerlo para probar el sabor de los derrotados eternos... para ver si en la falencia hay algún aprendizaje posible.

Tal vez, por eso aquella noche resultò mas larga de lo deseado.
Tal vez por eso aquel vino se extendiò mas de lo esperado.
Y tal vez, tambièn -por lo mismo-, aquella cerveza, aquel bar, y aquel tango, sólo hayan servido para confirmar que el ùnico destino posible para mi alma está en mi alma.
De allì mi dolor...

El que quiere Celeste que le cueste.
Y Celeste lo marcò todo el tiempo: “No sé dónde voy, pero sé cuál es el precio”. Pero el sistema cierra de este modo -y muy bien- para los inútiles exitosos que acuden en su ayuda: ganadores perdidos, sensibles neutralizados, ejecutivos burocráticos, buròcratas apurados, experimentados precoces, soberbios achicados, grandes enanecidos, fachos ablandados, tímidos entorpecidos, idiotas idiotizados.

Celeste los conoce bien. Les vende lo que tiene con falso respeto.
Les pone los lìmites (ademàs del precio) y allì caen como moscas: verdugueados, vapuleados, aturdidos, atrapados, adictos, engañados, defraudados, pisoteados, ninguneados, limitados, idiotas...más idiotizados.

El que quiere Celeste que le cueste.
Y Celeste cobró mejor que nunca. Y yo paguè mi primer batalla perdida.
Mi alma agradece que me haya hecho cargo, que haya considerado en algún punto que la lección tiene su precio y la docencia merece siempre ser bien recompensada.

Finalmente, con Celeste compartí por un rato el increíble espectáculo de la idiotez.
Fui su socio por unas horas.
Fui su còmplice, y no su amante.
Fui mis ojos en sus ojos.
Fui su luz y su descanso.

El que quiere Celeste que le cueste...
Y Celeste... sí, celeste, son mis ojos... mero reflejo de mi alma.
___________________________________________________
Buenos Aires (más Buenos Aires que nunca!!), 18 de marzo de 2007.-

domingo, 25 de febrero de 2007

EL LIBRO (La otra historia...)

Hay presencias que tienen un sentido distinto al que uno imagina o desea. Se viven de cerca, de lejos, al lado de uno, o representadas por objetos: alguna ropa, fotos, o un libro.... Lo peor que podemos hacer es convertirlas en ausencias por el simple hecho de que no eran lo que nosotros imaginamos o deseamos.

Capítulo I: Había una vez una historia de amor donde algunos libros fueron prestados y compartidos sin reclamos. Es que al final siempre iban a ser devueltos porque -en verdad- eran lo de menos. ...Sólo cuando no hay amor los libros se pierden en bibliotecas ajenas.

Capítulo II: la historia parecía que podía no terminar nunca. El tipo citaba a Manzi y cantaba "Como vos, ninguna". Citaba a Contursi y cantaba "Como dos extraños". También cambiaba de ritmos y disfrutaba lo que estaba viviendo. Dónde estaban los libros, seguía siendo lo de menos...

Capítulo III: Un día ella sintió "que todo lo que necesitas es amor y punto". Y con el punto empezaron sus cavilaciones porque volcó expectativas ajenas a esa relación. Entonces comenzó a pensar en los libros metafóricamente, y pasaron a ser objetos representativos de cosas pendientes. Y especuló con los llamados y sufrió.

Después se inventó el analgésico, y pensó: "al final, son apenas libros. Con tapas, solapas, con un "se terminó de imprimir en los talleres de…"". Hasta que un día se encuentren (por decisión o por casualidad), y descubra el engaño: creer que tener un libro es tener la historia, pero se olvidó de algo que pateaba la construcción literaria del centro de la escena: los sujetos.

Nunca hubo un as en la manga, pero sí un final abierto: la historia puede renacer o morir. O quizás una nueva historia nazca. En el último renglón entendió que siempre hay algo más que escribir. Y el libro será o no lo de menos. Depende de uno.
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(*) Sobre una idea de la autora de El libro.

jueves, 25 de enero de 2007

ANGELES Y ROLLER COASTERS

Cada tanto me subo al “roller coaster” corporativo.

Lo sorprendente es que desde chico me he entrenado tanto sin darme cuenta –tal vez por influencia de los deseos paternos- que subo al carro sin temor alguno y soy capaz de cumplir fielmente con los objetivos empresariales con una facilidad envidiable...Envidiable para quienes desean “pertenecer”.

Descarten un tono despectivo en mis palabras; pero no cierta ironía. Es que por momentos encuentro un atractivo placer en este juego vertiginoso. No soy amante de los deportes extremos, pero en esta pista me siento bien.

La empresa es para mí como un Fórmula 1. Me pongo el casco, me meto en el uniforme, y puedo tomar las curvas más cerradas pisando el acelerador a fondo. Sé mantener la calma en circunstancias en las que muchos se ponen nerviosos, y me deleito -al final del día- cuando bajo del auto, miro hacia atrás, y veo las pronunciadas curvas que quedan a mis espaldas.

Es que a este mundo lo conozco muy bien. Puedo predecir los movimientos de sus integrantes como si fuera un titiritero que sigue un guión en una función de rutina. No fallo en determinar la próxima movida del Gerente de Finanzas o el giro que dará el CEO de la empresa. Conozco claramente la diferencia entre el pensamiento de un Gerente de Marketing y uno de Venta, y puedo adivinar las palabras exactas que dirán el responsable del área técnica y la secretaria de algún Gerente como respuesta a determinadas preguntas. Y me divierte hacerlo! Es un juego de verano, un crucigrama tonto de Clarín, “pan comido”, “a piece of cake”, la palma de mi mano. Es tal vez por eso que de tanto en tanto dejo que se “cuele” algo más de adrenalina en la pista para ponerle un poco de vértigo a tanta previsibilidad...

Pero al final siempre elijo pisar la tierra firme de los sentimientos; bajarme del juego que propone el parque de diversiòn corporativo y vivir la pasión que pone mi alma buscando otras pasiones.

No me confundas.
No soy el que está arriba en la montaña rusa.
Soy el que camina a tu lado buceando sentimientos ajenos, pureza refinada, ecología mental, equilibrio espiritual, paz continua, amor eterno, manos para entrelazarse, risas contagiosas, ojos que busquen otros ojos, lágrimas amigas, corazones solidarios, ángeles que vuelen...

Angeles que vuelen... ángeles que vuelen...

Allá voy yo... elevado con ellos!!

domingo, 21 de enero de 2007

ORACION EN LA WEB

Que el MSN sea la prolongación de tu energía;
que tu presencia etèrea y "cibernética" se haga alma en mi alma;
que los mensajes de tu espacio de la web bajen a mi espacio;
que tus fotos publicadas sean presencia en mi presencia;
que tus palabras suenen como campanazos en mi corazòn;
que tu filosofía de vida ame mi sabiduría;
que mi sabiduría ame tu filosofía;
que nuestras ignorancias se ilustren mutuamente;
que seamos dos siendo cada uno y seamos cada uno siendo TODOS;
que el planeta nos pertenezca sin fronteras
y que nuestro amor sea tan grande como para acariciar sus montañas.
Amén.

viernes, 19 de enero de 2007

QUIEN LO HUBIERA DICHO?

Te juro que si no me hubiese ocurrido hubiera creído que todo esto lo ví en una película! Que fue un gag pensado y preparado siguiendo todas las técnicas conocidas de los gags.

Eso es lo que tiene de bueno la vida cuando la vivís a fondo. Te pasan cosas todo el tiempo y te podés reir de vos mismo.

La vida es maravillosa y cruel... Es maravillosamente cruel y cruelmente maravillosa.
Tambièn es profunda, seria, y por momentos hilarante. Yo diría con seriedad que es profundamente hilarante e hilarantemente profunda.

El dolor duele pero enseña. La risa es festejo después del dolor; es la cresta de la ola del aprendizaje, asì como la exhalación, en el proceso de respirar para vivir, es experiencia que sale hecha aire.

Quién lo hubiera dicho?
Si no te contara que eso me ocurrió a mì, creerìas que lo viste una tarde en el cine comiendo pochoclo.
Pero la vida es asì. La ficción es realidad.
Nada mas lejano de la realidad que creer que la ficción es ficción.
¡Eso es ficción!: creer en la ficción. A mi me pasó. No me lo contaron. Fue real.

Muchos hubieran convertido mi experiencia en un juicio contra los desaprensivos, los descuidados, los olvidadizos, los distraídos, los apurados, los informales. Pero yo no. A mí me dio risa. Me causó mucha gracia. Y no tuve que pagar una entrada al cine para reirme. Me reì de mi mismo. Gratis. Hollywood no invirtió 20 millones de dólares en un comediante taquillero. El actor principal fui yo. El co-protagònico lo tuvo mi hija.

La escenografìa no hubo que pagarla: ya estaba armada. Era real. Magnífica. No tenìa nada que envidiar a una producción millonaria norteamericana o europea. El Hospital donde transcurrió este gag es real; existe. Està aquì en Buenos Aires y es uno de los màs importantes de Argentina. Todo el set para mi. Cientos de “extras” iban y venìan esa mañana vestidos con sus delantales blancos de mèdicos, enfermeras o camilleros.

Cientos de extras se vistieron de pacientes. Habìa gente de todas las edades y clases sociales dando vida al hospital especialmente para esa escena desopilante.

Yo estaba allì, entre ellos, en la sala de espera. El Director de esta pelìcula, luego de hacer recorrer con la càmara todo el hospital para mostrar el frenesì diario de cada mañana, cortò la escena general con mi figura. Al lado mìo, mi hija.

De pronto el mèdico que nos llama y nos hace pasar. La revisaciòn iba a ser de rutina. Un chequeo a cada uno ... y vuelta al ruedo!

Pasamos. Nos saluda y comienza a leer un “file” en su computadora. La pantalla està a la vista. Llaman al doctor por una urgencia, y mi hija y yo quedamos solos sonriendo con complicidad, agradeciendo a la vida estos momentos que nos da para estar juntos, disfrutándonos mutuamente en el consultorio de un hospital mientras otros boludos “descansan” amontonados como sardinas en la costa, o toman distancia entre sì con frialdad frívola en una playa top de Uruguay, el Caribe o del Brasil sofisticado. Nada se compara con estos minutos en el hospital con mi hija.

Yo estoy de jean rotos, relajado, despeinado, de vacaciones en serio! Mi hija está preciosa -como su padre!- compartiendo esta felicidad. En la espera, clava su vista en la pantalla de la PC. De repente, exclama con asombro, riéndose: “Mirà lo que dice, JAJAJAJA!”
-¿Què?, pregunto.

Y lee: “El paciente cuenta que mantuvo una relación sexual con una amiga, que le practicò sexo oral, y que al dìa siguiente amaneció con erupciones en su lengua... JAJAJAJA! Què asco papà!” exclama.

-“No hay que leer eso!” le respondo. “Son historias clìnicas privadas; el doctor olvidò cerrar el archivo”, le explicaba con una pretendida seriedad que no podìa sostener. La lectura de mi hija y su tono me causaban mucha gracia. La forma en que se describìa el hecho en la historia clìnica tambièn.

--“JAJAJAA! Pero este tipo es un asqueroso! Mirà todo lo que le hizo,!” decìa mi hija mientras desobedecía mi recomendación de dejar de leer...

En ese momento, el recuerdo me traslada en el tiempo... No habìa sido una mala noche para nada con “D”. Es más: nunca le dije a “D” lo que me habìa pasado, porque cuando supe que no era nada malo, preferì mantenerlo en reserva para no arruinar todo lo que vivimos y disfrutamos haciendo el amor, abrazándonos, tocándonos, emocionándonos juntos, gozándonos. Para disimular frente a mi hija, tratè de “no hacerme cargo” de lo que leía, bajarle interés al episodio hasta que ......

-“¡Papá! Este tipo sos vos! Aquì está tu nombre!”

No pude evitar reirme por la situación. Entre risas se lo neguè. Le expliquè que mi nombre estaba a la izquierda de ese relato. Que la pantalla estaba dividida, que el nombre de la persona del sexo oral estarìa màs arriba pero no podemos ver eso porque es un delito. Mi hija reìa cada vez màs fuerte y yo no podìa dejar de contagiarme con su risa. Pese a ser el actor principal en este gag, por momentos me colocaba como espectador de la escena y no podìa parar de reìrme y disfrutar lo que veìa desde mi butaca imaginaria.

De repente llegò el doctor y mi asiento de cine volvió a ser la silla de un paciente en un consultorio. Tuvimos que contener por unos minutos nuestras carcajadas. El doctor mirò la pantalla y rápidamente la cerrò con culpa. Nos revisò. Nos dijo que los dos estàbamos bien. Volvimos a explotar en risa. Y el doctor quedò sorprendido: jamás habìa visto una expresión de alegrìa tan demostrativa ante el buen resultado de un chequeo de rutina.

Nos retiramos, por supuesto, cagàndonos de risa mientras yo seguía intentando convencer a mi hija de que ese hombre del sexo oral no habìa sido yo.

miércoles, 3 de enero de 2007

ESPERAME ... (o TE ESPERO II)

Ya llego... esperame...

Esperame no por mí,
no por vos;
esperame por los dos.

Esperame que yo espero.

Esperame en el equilibrio.
En el balance justo de tus pasiones.
En el orden metódico de tu vida.
En los sentimientos irracionales de tu corazón.

Esperame en la vida.
Sin miedo ni prejuicios.
En la pista delineada que cada uno marcó.
En el encuentro de los que siguen y no resignan.
En la perseverancia, en la pasión.

Esperame en tu carrera victoriosa.
En tu podio eterno de logros y conquistas.
En tus amaneceres enérgicos y convincentes.
En tus hijos, en mi hija, en el amor.

Esperame, en fin, que ya llego...

Pero...esperame sin detenerte.

Esperame en la constancia.
Esperame en las ganas.
Esperame en el placer.
Esperame en tu piel.
Esperame en mis ojos.
Esperame en la emoción.
Esperame en tus metas.
Esperame en las mías.
Esperame en mí y en vos,
Esperame en los dos.

Esperame mi amor,
que yo te espero.